SÓLO TU AMOR VENCERÁ
En la noche de los tiempos,
del cielo bajó una estrella
y padeció entre los hombres,
de los hombres su ceguera.
Se tornó en el lirio morado
la inmaculada azucena,
y envuelta en un mal presagio,
trémula la noche espera.
Puso Herodes Antipas
sobre tus hombros un manto,
y con un gesto de desprecio
fuiste devuelto a Pilatos;
Una caña como cetro
te pusieron en las manos,
burlándose los levitas,
los fariseos, los romanos,
y Tú, Señor, tan humilde,
y Tú, Señor, tan callado,
soportando las blasfemias
de los que Tú habías creado.
¡El alma se me estremece
al ver tu rostro morado,
y los surcos de tu espalda
por la fusta de un romano!
Baena te quiere libre Señor,
sin espinas ni cadenas,
sin esa gruesa maroma
que aprisionan tus muñecas.
Sobre tu trono tallado
hecho de noble madera,
cuatro faroles realzan
la realidad de tu pena.
Vas tan majestuoso
a pesar de tu tristeza
que el bamboleo de tu capa
en la noche se asemeja
a los lirios que la brisa
entre susurros meciera.
De los montes llega presto
hasta las bajas laderas
mezclado con el incienso
aroma de primavera.
Y la noche se engrandece
entre pabilos y cera.
Tus hermanos sudorosos
sobre sus hombros te llevan
meciéndote dulcemente
por las calles de Baena.
Y no les pesa el camino,
ni los baches, ni las cuestas,
sólo les mueve la fe,
llevan el gozo en el alma
de saber que sobre ellos
va Jesús de la Ventana.
Guadalupe Pérez Jimenez.
Hermana de Jesús de la Ventana
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