Gracias,
gracias y un millón de veces GRACIAS.
Gracias
al pueblo de Baena por acompañarnos durante nuestro recorrido procesional,
llenando las calles en los sitios emblemáticos.
Gracias
a todas las entidades y colectivos que han colaborado con nosotros en esta
Salida Extraordinaria.
Gracias
a todos los artistas locales que nos han ayudado en disciplinas tan diversas
como la música, la poesía, la pintura, etc.
Gracias
a nuestro consiliario, nuestra Cofradía, Agrupación de Cofradías, hermandades y
cofradías de Baena por ser partícipes de nuestro 50 Aniversario.
Gracias
a la Parroquia de Guadalupe, con su párroco al frente, y a la Cofradía de la
Virgen de Guadalupe por el caluroso recibimiento y la acogida durante las horas
que nuestro Jesús de la Ventana estuvo junto a su madre.
Gracias
a todos los hermanos, invitados y antiguos hermanos por participar en el
desfile procesional.
Y
por supuesto MIL GRACIAS a todos esos ventanucos que llevan semanas trabajando
duro para que nuestra Salida Extraordinaria fuese especial, fuese nuestro día,
lleno de sentimientos y emociones.
Amanecía el
8 de Junio con aroma a lavanda y romero, balcones engalanados, banderolas
por todo el recorrido procesional, camisas blancas, corbatas y pañuelos
conmemorativos recién planchados. Baena esperaba al Ecce Homo en un sábado
ventoso con ambiente de Miércoles Santo. En la Hermandad de Jesús de la Ventana
teníamos preparada una Salida Extraordinaria magistral, elaborada y trabajada y
muy de nuestro estilo, ese que nos define y nos caracteriza. El detalle fue cuidado
al milímetro: la liturgia con tintes de inocencia infantil, el exorno floral y
la indumentaria rigurosamente escogida y la música hecha poesía. Todo como nos
gusta con nuestro Jesús de la Ventana como hilo conductor de este
cincuentenario dispuesto a pasearse por las calles de su pueblo.
Después de una
intensa mañana acabando con todos los preparativos en trono iglesias, local,
etc, a las 20:30h comenzaron los actos con una Eucaristía muy lucida oficiada
por nuestro consiliario D. Juan Laguna que estuvo amenizada por el Coro Mar de
Ilusiones. En la misma, como no podía ser de otro modo, participaron algunos
niños de nuestra hermandad infantil, realizando las lecturas y las ofrendas.
Tenemos una buena cantera dispuesta a trabajar por nuestro Ecce Homo.
Tras
la eucaristía, atravesaba el dintel de San Francisco, como ya ocurriera el 2
abril de 1969 la bandera de nuestra Hermandad, aquella que acompañó al Señor de
la Ventana y a los 14 benjamines inocentes en su primera incursión en nuestra
Semana Santa. Tras ella el estandarte de la antigua de la Hermandad Infantil, Centuria
Romana de los Mohinos, Hermandad Infantil precedida por su estandarte actual, Estandarte
Antiguo con antiguos Hermanos e invitados tras sus pasos, Hermandad Adulta, Acólitos,
cuerpo de Cirirales, paso de Misterio, cruces Parroquiales, Autoridades,
Agrupación de Cofradías, Hermanos Mayores, Cuadrilleros y cerraba el desfile
procesional la Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús de Alcalá la Real.
En
la salida del trono, cuarenta y tantos herman@s con camisa blanca y corbata
morada con el logo del cincuentenario se dispusieron a mecer con una sutileza
inusitada a nuestro Ecce Homo, al cristo presentado al pueblo, al sentenciado con
la marcha “Espéranos en el cielo” de José Manuel Mena Hervas. La música llenó
el patio de San Francisco. Ay la música!, como sonó, como nos hizo sentir, como
nos estremeció.
No hubo
descanso, Jesús de la Ventana estaba en la calle, quería seguir su caminar,
quería pasear por su pueblo, ansiaba ver a su madre y enfiló la cuesta de San Francisco
con paso decidido con los sones de la marcha Virgen de la Paz.
El Cristo lucía su corona y
caña naturales y su clámide Púrpura, la de las grandes ocasiones. Lo
custodiaban Poncio Pilatos elegantemente vestido para la ocasión de Senador y el
soldado romano con capa de terciopelo rojo para completar el paso de misterio. La
cera de color crema y el exorno floral de clavel sangre de toro, centros de rosas
rojas y hojas de parra e hierbas aromáticas en las esquinas.
El desfile transcurrió con
normalidad, con la noche cayendo poco, sin excesivo calor y con una brisa que daba
aún más realismo y movimiento a nuestro paso de misterio. Los Mohinos nos
deleitaron con un gran número de marchas, nuestros pequeños iban repartiendo
recordatorios y caramelos, disfrutando de su día y anunciando la llegada de
nuestro Señor que iba precedido de un buen número de hermanos, familiares, simpatizantes
e invitados que iluminaban su camino con sus velas.
Y mientras, ahí estaba Él, el
hombre, el Ecce Homo, subiendo con energía la puerta Córdoba, con paso decido
al son de Costaleros y Presentado a Sevilla. Había ganas, muchas ganas.
Poco a poco la procesión se
adentró en la Calle Llana, las marchas no dejaron de sonar tanto al inicio como
al final de la procesión, era Miércoles Santo en junio. El olor a incienso, los
solos de corneta, el paso a izquierdo y sobre todo Tú, maniatado, coronado y
sentenciado como Rey de los judíos por las calles de Baena.
Como no podía ser de otro
modo, llegaste. Llegaste al lugar donde te esperan, donde quieren verte, donde
caminas sobre las aguas, sobre la multitud, llegaste a la muralla. A tu
muralla. Sonó la Saeta, la saeta hecha poesía, la saeta hecha canción, la saeta
hecha emoción, hecha sentimiento. Primer momento mágico de la noche, la piel de
gallina, los ojos humedecidos y Tú decidido, con paso firme a la búsqueda de tu
madre.
Foto: Carlos V. Bernal
Foto: Carlos V. Bernal
La calle Llana se hizo corta, los
hermanos de andas querían más, sonaron las campanadas de media noche en la
Plaza de Amador de los Ríos. Llegó el momento de empezar un nuevo camino, de tirar
pal Llano, de ir a Guadalupe. Más de 200 años había esperado este momento, Jesús
quería ser un peregrino más buscando refugio bajo el manto de su Madre. No lo
dudó, con paso valiente y al frente y con música de “A la Gloria” bajaste la
Calzada, querías ver la Iglesia cuanto antes.
Antes de llegar a la Iglesia de Guadalupe,
otro momento emotivo de nuevo con la Saeta y desfilando a los pies del Virrey del
Rio de la Plata, con una Plaza de bote en bote. Posteriormente con la marcha Jesús
del Prendimiento cruzamos la antigua nacional y nos dirigimos al Llano de
Guadalupe, esto iba llegando a su fin.
Sonó la voz del capataz: “Caridad
del Guadalquivir”, dijo. Era nuestra Marcha, la que cada fría madrugada de Miércoles
Santo suena en la Reguera. Con los primeros pasos comenzó el fin de fiesta,
primero unos tímidos cohetes, para ir posteriormente in crescendo, como la
marcha hasta que todo el cielo se lleno de luz y color. Ahí estaba el Hombre,
mecido con elegancia por sus hermanos, en la puerta de Guadalupe, como niño con
zapatos nuevos, asombrado, maravillado, perplejo. Fue un momento especial, con
imágenes de enorme belleza que quedará en nuestra retina otros 50 años.
La entrada en la Iglesia de
Guadalupe fue con el Himno Nacional. Jesús de la Ventana había completado su
recorrido y se disponía a visitar a su madre, a nuestra Virgen de Guadalupe.
En el interior de la iglesia vivimos
otro momento mágico, histórico, emocionante e íntimo. Nuestro Ecce Homo avanzó
lentamente hacia la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, empezaron a sonar los
primeros acordes del Ave María de Schubert. Paso lento, sin florituras, sin
ruidos, ni voces sólo la música hasta llegar a la capilla de la Virgen. Dos
sencillas reverencias, “He ahí al Hombre”, postrado a tus pies, bajo tu manto
de estrellas, a tu lado, reconfortado por tu presencia.
Para finalizar el acto
hermosas palabras de bienvenida por parte del párroco de Guadalupe que nos hizo
sentir como en casa, volveremos.
En definitiva, una Salida
Extraordinaria junto a nuestro Jesús de la Ventana con aromas de Semana Santa, que
congregó a numerosas personas tanto dentro como fuera del desfile, llena de
momentos mágicos, de esos que llegan al corazón y que recordaremos durante
muchos años.
¡¡¡¡VIVA JESÚS DE LA VENTANA!!!!
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